Insectos: ¿un nuevo alimento en la Unión Europea?
El pasado 1 de enero de 2018 entró en vigor el Reglamento 2283/2015 relativo a los nuevos alimentos (Novel Foods). Este nuevo reglamento tiene el objetivo de facilitar la comercialización tanto de alimentos nuevos e innovadores como de alimentos tradicionales procedentes de otros países fuera de la Unión Europea.
Para poder comercializarlos, deben estar autorizados previamente (avalado por una evaluación científica) por lo que las empresas deberán asegurarse de que éstos se encuentran en la lista de nuevos alimentos establecidos por la Comisión Europea. En caso de no encontrarse, el nuevo Reglamento permite a los interesados solicitar que sea incluido.
Entre este tipo de alimentos, el Reglamento introduce la categoría de insectos enteros y sus partes destinados al consumo humano. Tradicionalmente, la entomofagia (ingesta de insectos) es un hábito alimenticio muy extendido en muchos países de África, Asia, Latinoamérica y Australia, siendo muy poco común en Europa.
Llegado a este punto, la pregunta que todo el mundo se hace es…
¿Qué implicaciones tiene el consumo de insectos en la seguridad alimentaria?
Como cualquier otro alimento, deberán cumplir los estrictos estándares de seguridad alimentaria impuestos por la Unión Europea. Según informes publicados por la EFSA sobre los riesgos asociados con la producción de insectos para uso alimentario, los riesgos microbiológicos y químicos asociados a los insectos dependerán de distintos factores como los métodos de producción, el sustrato utilizado para la alimentación de los insectos, la especie utilizada y los métodos de procesado.
El informe concluye que alimentando a los insectos con productos autorizados, la posible aparición de peligros microbiológicos sería comparable a otras fuentes de proteína de origen animal.
Por otra parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declara en su informe que al igual que ocurre en la producción de otros tipos de alimentos, la aplicación del sistema APPCC será un factor clave para el éxito y desarrollo en el sector de los insectos como producto alimentario.
¿Qué supondría introducir los insectos en la dieta y nuestro entorno?
Aunque aún se están realizando muchos estudios para apoyar a esta nueva industria, podríamos destacar tres principales ventajas que podrían aportarnos los insectos:
Fuente de proteínas: Los insectos son ricos en proteínas en proporción a su peso. Además, según ciertos estudios la calidad de estas proteínas (recordemos que en nutrición la calidad de las proteínas puede ser distinta, ya que depende de los aminoácidos que contenga) puede ser similar al de la carne de consumo tradicional.
Mejoras de rendimiento y medio ambiente: Criar insectos requiere menos espacio, agua y alimento para obtener la misma cantidad de proteína respecto a otras fuentes de origen animal, ya que los insectos son muy eficientes transformando alimento en proteína. Según la FAO, los grillos necesitan 12 veces menos alimento que las vacas, 4 menos que las ovejas y la mitad que los cerdos o los pollos para producir la misma cantidad de proteína.
Nuevos modelos de negocio: El desarrollo de esta industria puede abrir nuevas líneas de negocio para las empresas interesadas. Ya existen iniciativas españolas que estaban esperando la aprobación de esta nuevo normativa, como la empresa Insectfit, dedicada a la venta de barritas energéticas para deportistas a base de harina de insectos.
¿A qué retos se enfrenta la alimentación con insectos en Europa?
Sin duda, la principal barrera a la que se enfrenta este nuevo tipo de alimentación es la aceptación por parte del consumidor. El factor cultural aquí juega un papel importante, donde la educación y la formación de la población serán un elemento clave en la introducción de este tipo de alimentos.
Y tú, ¿cambiarías las gambas por grillos? El tiempo nos dirá que tendremos en nuestros platos en los próximos años.
Vicente de Pablos es Licenciado y Doctor en Veterinaria y Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
Profesional especializado en el ámbito de la Seguridad Alimentaria y la Salud Pública