¿Las fechas de caducidad de alimentos son realistas?
Las cifras son claras. Desde el Ministerio de Agricultura exponen que en España se desperdicia el 5% de los alimentos que se adquieren, desaprovechando así todos los días más de 3 millones de kilos de comida. Únicamente el 18% de los españoles consume la integridad de la compra.
Dentro de los motivos que se contemplan para llegar a tal desperdicio encontramos el uso inapropiado que hacemos de las fechas de caducidad de los alimentos. A partir de ahí cabría preguntarse qué hay realmente detrás de ese dato.
La verdad sobre las fechas de caducidad de alimentos
¿Quién se encarga de determinar las fechas de caducidad de los alimentos?
La coherencia nos lleva a creer en la existencia de un órgano regulador que lleva a cabo una actividad como esta. Aquí tenemos el primer espejismo: aunque se da una legislación que contempla las normas básicas, la fecha viene fijada por los productores y distribuidores.
El siguiente paso es determinar la distancia que hay entre “fecha de caducidad” y “consumir preferentemente antes de”.
La primera expresión delimita la vida útil del producto, y va orientada a aquellos que son perecederos y pueden suponer una amenaza para la salud pasado un breve espacio de tiempo.
En cambio, el consumo preferente apunta al momento en que el alimento deja de mantener sus atributos organolépticos, sin que ello lleve aparejado riesgo para la salud alguno.
No existe un producto que dure toda la vida, aunque se dan una serie de variables que inciden en el hecho de retrasar el tiempo de consumo, como pueden ser la baja humedad o los altos niveles de sal y azúcar.
Cómo se calculan las fechas de caducidad
El cálculo de la fecha de caducidad de un alimento viene determinada por las conclusiones resultantes de un laboratorio especializado que hacen un estudio de Vida útil de los alimentos. Es habitual que las empresas dediquen tiempo y recursos a conocer la flora microbiana de los productos que elaboran y que potencialmente pueden afectar a la vida útil de su producto.
Debemos considerar que los microorganismos pueden convivir con el alimento en cantidades que no son nocivas para la salud. La clave está en determinar en qué momento se llega a un nivel que comience a ser perjudicial, ya que ese dato servirá para fijar las cifras en la caducidad. También es importante el estudio de las características organolépticas del producto, de forma que para concretar su vida útil se tendrá en cuenta que la carga microbiana no alcance niveles perjudiciales para la salud y que las características organolépticas sean adecuadas.
Obviamente, las empresas no corren riesgos a la hora de marcar la fecha, por lo que tienden a establecer un margen de seguridad al que realmente indica la prueba de laboratorio, recopilando muestras a lo largo de un tiempo específico. Se trata de un procedimiento que facilita la obtención de datos exactos.
Es obvio que la mayoría de las técnicas empleadas llevan consigo un coste que no todas las compañías alimentarias están dispuestas a asumir. Por lo tanto, surge otra cuestión inmediata: ¿de qué manera actúan entonces las empresas de menor envergadura? La respuesta está en buscar el consejo proporcionado por empresas externas o en el peor de los casos, indicar una fecha de caducidad en función de la información que tengan de sus propios competidores.
Recomendaciones sobre las fechas de caducidad
Todos los operadores alimentarios deben contar con un registro o autorización sanitaria obligatorio por la ley para evitar problemas a los consumidores, como se explica en el siguiente enlace: https://www.traza.net/portfolio-item/registro-sanitario/
Debemos tener en cuenta que la fecha de caducidad de un alimento forma parte de una expresión orientativa y que, en numerosos casos, el consumidor es quien se encarga de acelerar el proceso de degradación del producto debido a una mala conservación.
La seguridad en el ámbito de la alimentación supone un trabajo a veces complejo, que de manera cotidiana tendemos a obtener respuestas que provienen de nuestras sospechas o de la información que sensorialmente sacamos del producto en sí.
En cualquier caso, la clave pasa por evitar la ingesta de alimentos que planteen dudas con respecto a su estado.
Puedes solicitar en nuestro laboratorio un análisis de alimentos para comprobar que los alimentos que consumes o van a consumir tus clientes están en óptimas condiciones y cumplir la normativa vigente.
Vicente de Pablos es Licenciado y Doctor en Veterinaria y Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
Profesional especializado en el ámbito de la Seguridad Alimentaria y la Salud Pública