Tras 20 años, EE.UU. mejora el etiquetado nutricional de los alimentos
Las autoridades proponen que la información nutricional cuente con un mejor recuento de calorías, raciones y azúcares añadidos
La lucha para combatir la epidemia de la obesidad es cada vez más patente en Estados Unidos y los resultados de los esfuerzos realizados cada día son más visibles. Si hace unos días los investigadores informaban que, en los últimos 10 años, la incidencia de la obesidad en los niños de dos años a cinco había descendido un 43% en en el país, marcando un hito en la historia, este jueves, la Casa Blanca junto a la Agencia de Control de Medicamentos y Alimentos de EE UU (FDA, por sus siglas en inglés), han anunciado que, por primera vez en dos décadas, las etiquetas de los alimentos serán más precisas y acordes con la realidad.
La primera dama, Michelle Obama, junto a la secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, y la comisionada de la FDA, Margaret Hamburg, han propuesto una nueva revisión para el etiquetado de los productos alimenticios, información que se incluye en más de 700.000 productos y que solo se ha modificado una vez en los últimos 20 años. El anuncio coincide con el cuarto aniversario de la campaña promovida por Obama, Let´s Move, que educa a padres y niños a comer de una forma más saludable y a hacer ejercicio de forma rutinaria.
“Nuestro objetivo en este aspecto es muy sencillo, creemos que cualquier estadounidense, consumidor o padre, tiene que ser capaz de entrar a una tienda, coger un producto, y saber si este es bueno para la salud de su familia”, ha dicho la primera dama en un comunicado. “Y estos cambios van a marcar la diferencia para todos los ciudadanos en todos los rincones de EE UU”, ha añadido Obama.
Las modificaciones afectan al recuento de calorías, al número de raciones y a la cantidad de azúcares añadidos. En cuanto a los azúcares añadidos, el cambio más novedoso por decisión de la FDA, se basa en un estudio que concluyó que el consumo de calorías que procedían del azúcar era muy alto en EE UU.
Con relación al número de raciones de cada producto, dato que no había variado desde 1984, las autoridades han informado que, por ley, las porciones tienen que estar basadas en lo que el consumidor “realmente come” y no en lo “que podría ingerir”. Por último, al recuento de calorías se le va añadir la información de si “se debe comer todo el producto de una sola vez o en varias”.
“Desde hace tiempo, el ciudadano acude a la etiqueta de información nutricional para hacer elecciones más saludables”, ha explicado Hamburg en el mismo texto. “Con el fin de que siga siendo relevante, la FDA incorpora al etiquetado los últimos avances científicos en nutrición, ya que cada vez es más patente la relación entre lo que comemos y las enfermedades crónicas que sufren millones de estadounidenses”, ha agregado.
En EE UU se considera que una persona es obesa si tiene un índice de masa corporal (basado en la relación entre el peso y la altura, y no distingue entre masa muscular y masa grasa) de 30 o superior. La obesidad, según los hallazgos científicos, puede llevar a la persona a padecer diabetes tipo II; las patologías cardiovasculares; problemas de hígado; trastornos degenerativos, e incluso algunos tipos de cáncer.
Una lucha necesaria. En junio de 2013, la Asociación Americana de Médicos (AMA, por sus siglas en inglés), que es la organización de facultativos más numerosa de Estados Unidos, reconoció por primera vez y de forma oficial que la obesidad era una enfermedad, un paso que obliga a los médicos a comprometerse más con esta afección y a las aseguradoras a cubrir su tratamiento. En EE UU, más de 78 millones de adultos y más de 12 millones de niños la padecen.
La propuesta está abierta a comentarios durante 90 días, y llevará meses antes de que entre en vigor. La FDA ha dado dos años a las empresas para que apliquen la nueva revisión. Todavía no está muy claro cómo va a reaccionar la industria de la alimentación de EE UU. Los profesionales de la salud han aplaudido la medida. Según el comisionado de alimentos, Michael Taylor, los cambios costarían unos 2.000 millones de dólares, aunque también han asegurado que dichas modificaciones tendrían unos beneficios en la salud de más de 30.000 millones de dólares, informa The New York Times.
Vicente de Pablos es Licenciado y Doctor en Veterinaria y Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
Profesional especializado en el ámbito de la Seguridad Alimentaria y la Salud Pública